Los gatos de Santiago de la Ribera.




                                                                                                   Cartagena, a 3 de Marzo de 2013.

El 22 de febrero recibimos en el correo de cuatrogatoscartagena@gmail.com el siguiente correo pidiendo ayuda:

Asunto:
s.o.s. gatos  
Mensaje:
Hola les escribo para ver sí nos pueden ayudar.somos de santiago de la ribera . una señora mayor que tenía 3 gatos un viejecito una gatita adulta y un gatito joven . la señora mayor ha fallecido y la familia no puede hacerse cargo de ellos x eso les pedimos ayuda nadie cuida de ellos Estan solos x favor exenle una mano a los mínimos . les dejo mi teléfono                  muchas gracias . 

Quito el teléfono de Amira que es la persona que nos lo escribe y de la que no sabemos cuál es la relación con la difunta, pero entendemos por su mensaje no es de consanguinidad.
El correo viene sin fotos, en cuánto nos las facilita estamos difundiendo el caso. El 23 ya están las fotos corriendo por la red pidiendo casas de acogida y adopción para un caso tan urgente.


 


Responden dos gatos, nunca mejor dicho, entre ellos María José Fajardo sin cuya ayuda no habría sido posible dar solución a semejante tragedia.


El balance de la difusión del día 23 es “54 difusiones”, y  “2436 personas vieron esta publicación”.

Seguimos dando difusión al caso que tiene que convivir con la asistencia que damos a las colonias urbanas de Cartagena, cada día, con otros casos que tenemos en acogida, con otras urgencias y con nuestras vidas.

El día 25 se vuelve a difundir la noticia, “5 difusiones”, “237 personas vieron esta publicación”

El 26 volvemos a la carga, hemos cerrado otros temas que nos tenían completamente absorbid@s y nos centramos en ellos, hay que solucionarlo sí o sí.

Respuestas.  Las de María José Fajardo.

Tenemos sitio para uno en una de nuestras casas de acogida en cuanto salga uno de los gatos que está reservado pero faltan los otros dos.
María José se ofrece para uno pero al enterarse de que queda uno suelto decide llevarse ella a dos.

Coordinamos el rescate con la cuñada de la fallecida cuyo teléfono nos facilitó la chica del correo y allí nos plantamos, primero Mª José y Tomás a recoger al más mayor y a una gatica tricolor el día 1 de marzo y el 2 por la mañana Arantxa y yo a recoger a la que quedaba.

A falta de que Mª José nos cuente sus primeras impresiones os contaré lo que nos encontramos la mañana siguiente cuando fuimos a recoger a la pequeña

Arantxa:

“Llevábamos días difundiendo a tres gatos que habían perdido a su dueña y a los que el resto de la familia no querían.
Ya habían acogido a dos, pero aun quedaba una preciosa molinete, la más joven y también la más asustada.
Entramos a la casa de la señora fallecida. Ahí se olía a tristeza y un poco a miedo.
No encontrábamos a la gata por ningún rincón de esa casa tan desordenada, tan olvidada.
Había evidencias de que la gata estaba ahí, pero no había rastro de ella.
Después de un buen rato removiéndolo todo, hemos encontrado a Gala (así se llama ahora) sobre un sillón antiguo y bajo unas fundas descoloridas.
Ha salido huyendo, sólo se ha dejado ver un animal completamente aterrado y destrozado por su pérdida.
Ese miedo la hacía comportarse de una manera agresiva, pero nuestra humilde experiencia nos decía que jamás nos atacaría a nosotras.
Ha sido complicado, pero a base de palabras suaves y acercamientos lentos, Gala se ha dejado coger sin poner problemas.
La vibras de su cuerpecito le hacían llegar al mío toda la desolación que cualquier ser vivo carga después de haber perdido a sus seres queridos.
Gala había pasado la noche sola porque sus dos compañeros ya habían sido recogidos.
La cuñada de la fallecida, dentro de todo su agradecimiento, nos ha donado mantas, el pienso restante, los cacharros que estaban haciendo las veces de areneros y los de comida, y nos hemos traído las camas de los gatos.
Gala ya ha dejado atrás su anterior vida y llega otra completamente nueva y diferente para ella. 
De estar con una señora mayor (con toda la tranquilidad que eso conlleva), a estar acogida en una casa donde vive una familia con varios hijos (todos jóvenes).
Gala es joven, pero está acostumbrada a la tranquilidad.
Nada más llegar a su casa temporal, ella se ha encontrado con todo su "chiringuito" preparado. Pero esto aún no le hace feliz. 
Gala se ha escondido bajo la cama, luego tras la tele y después bajo el escritorio.
No ha comido ni hecho sus necesidades.
Ella aún echa de menos su anterior vida y su anterior familia.
Pero pronto, Gala volverá a sentir la tranquilidad y la alegría, podrá salir y experimentar sin miedo.
Gala volverá a ser feliz.”


Esta misma mañana me cuenta Arantxa que la ha cogido en brazos, pero la gata aún está en estado de schok, y al ruido de la ventana se le ha bajado de los brazos y escondido.



Va a necesitar mucho cariño y mucha comprensión para olvidar estos días.

Tras las palabras de Arantxa tengo algunas cosas que contar.

En principio iba sola Arantxa y menos mal que me dijo de irme con ella. El panorama cuando llegamos era dantesco. Una casa deshaciéndose por los herederos, una gata solitaria y asustada escondida bajo unas mantas. Pasamos un buen rato hasta encontrarla. Estaba claro que permanecía en su casa. ¿Dónde iba a ir esa pobre criatura despojada de su familia y de su tranquilidad?, de cuanto conocía hasta el día 8 de febrero en el que internaron a su dueña en el hospital.

Nos recibió Amparo, cuñada de la finada y persona que nos abrió las puertas de la casa de esta señora, Dña Emilia Escudero Montesinos, la churrera de Santiago, persona que nos contó era querida por todo el pueblo, persona que no tuvo hijos y para la que sus hijos eran sus tres gaticos. Persona confiada en que a su fallecimiento algún familiar se haría cargo de los mismos y fijaros por dónde. Un correo de alguien ajeno a la familia y a la herencia pidiendo socorro.

La historia no puede ser más triste. Los animales no estaban desatendidos en vida de esta señora, ni mucho menos, quizá les faltara visita periódica al vete, pero la señora estaba casi imposibilitada de las piernas, había comederos y bebederos en cada estancia, camas en cada una de las mismas, sofás y sillas preparadas para los gatos.


María José publicaba después de recogerlos:


Maria Jose Fajardo Son dos gatos buenisimos el abuelete aparte de estar medio ciego, tiene muchisimos ácaros, con las orejas negras por dentro y un bultito en la mandibula. El lunes quiero llevarlo a Juan para que los examine a los dos y les haga analíticas sobre todo riñones por si tuvieran insuficiencia renal. Están deshidaratados, tienen mucho pellejo y muy mal cuidados. Tienen las orejas llenas de heridas. La tricolor tiene unos ojazos que enamoran, es preciosa. y el abuelete es más bueno que nada. Les he echo fotos pero están escondidos debajo del sinfonier, como sabía que se iban a esconder les he puesto una alfombra de pelo debajo para que no pasen frio. Tienen ojos de derrota.. de momento no han querido comer ni royal canin ni latita mousse asi que supongo que mañana me despertaré con los cuencos vacios. Os mantengo informados.....

Estas son las fotos que nos hace llegar.



Tristeza, desamparo, una lástima...

A la vista de lo que nos cuenta M José y a la espera de los resultados de los análisis faltaba esa visita al vete.


Esta señora había manifestado en varias ocasiones que no quería ir al hospital, que quería fallecer en casa. Lo que no debió pensar nunca es que esas personas de su confianza, familiares cercanos, iban a desatender a sus gaticos y a convertirlos en meros objetos. Seres que perdieron a un tiempo a su cuidadora y responsable y si no nos dan el aviso a saber qué hubiera sido de ellos.

Amparo nos contó que el gato mayor se llama Copito y que era el padre de la pequeña que quedaba en casa sola y aterrorizada y cuyo nombre era Ojita, y que la tricolor se llamaba Misina aunque no supo darnos más datos en cuanto a edad, ni nada.

Cuando entramos en la casa nos encontramos muebles a medio vaciar, desarmados, bolsas de basura por doquier con ropa, de la gata el rastro de la caca en una esquina porque la arena que tenía puesta era arena de playa, comida en la cocina, también en el comedor, algunas habitaciones cerradas. 

Tenía que estar entre el comedor, la cocina y una habitación.
La primera impresión era que allí no había ser vivo alguno, solo tristeza y olvido. 
Miramos por debajo de cada mueble, por encima, dentro de cada puerta abierta, nada.

La puerta de cristal de la terraza estaba abierta, pero el sexto sentido me decía que no, que ella con su miedo a cuestas no había salido de casa. Eso es algo que me ha enseñado Rosa, cuando el CATAD se llevó a todos los gatos de San Roque y quedó solo una gatica, habiendo tirado las vallas de protección del solar, y habiéndola buscado por doquier ella me dijo “esta es su casa, no conoce otra cosa. Está aquí”. Y es así. Punto por punto. Y esta también estaba en casa. Lo sabía. 







Tras moverlo todo volvimos sobre nuestros pasos y Arantxa la encontró en uno de los sofás guarecida por ropa de casa. El miedo la llevó a la habitación que quedaba abierta y allí la acorralamos.

No puedo ni imaginarme el desamparo y lo asustada que debía encontrarse, a todo el trajín de la casa tras la muerte de Emilia se sumó el quedarse solica toda la noche y el oírnos llegar buscándola, moviéndolo todo.


Fue muy triste asistir a su miedo, miedo que la hacía intentar subir por las paredes, esconderse en la balda alta de un armario empotrado y correr, correr mucho pensando solo en huir. No hay tanta diferencia entre el miedo animal y el miedo del animal humano, básicamente ninguno. Solo quería estar a salvo sin entender que los cambio son irrevocables y la vida va en un solo sentido, y sin entender qué le sucedía.

Esta señora se acercaba sin problemas a los gatos que retiró Mª José, pero cada vez que iba a ver a su cuñada lo hacía con su perrico y la gata pequeña le tenía miedo, tuve que pedirles a ambas que salieran de la habitación pq creo que la gatica se ponía más nerviosa de oírla. 

Fui sacando muebles y bolsas para que no le quedara espacio para esconderse. 
Tuve que trastearla con uno de los bastones de su dueña para que se cansara y sobre todo para que entendiera que yo no tenía intención alguna de hacerle daño. 

Cuando entendí que eso había quedado claro pedía a Arantxa que entrara. 

Si hubieran ido a cogerla otras personas sin nuestra paciencia y nuestra experiencia la gata no habría acabado en un transportín os lo aseguro. Pero son muchos años de asistir al miedo y al dolor y los gatos son capaces de leer en nosotros nuestra energía y nuestras intenciones. 

En cuanto fue capaz de parar un segundo, estando en la repisa de la ventana Arantxa comenzó a hablarle, las grabé un rato, subiré el vídeo.








 Y cuando vimos que ya no había intención por su parte de resistirse dejé la cámara y preparé el trasnportín. La gata volvió a Cartagena con nosotras. Amparo nos ofreció  mantas que nos vienen estupendas con el frío que hace y las cosas de los gatos que allí irían fijo a la basura y nosotros les daremos uso. Le facilitamos el tlf de MªJosé y el nuestro para cualquier cosa y nos volvimos a casa.


Pasó algo curioso y es que al dar la vuelta a la manzana tuvimos que volver  a pasar junto a la casa, ¿ casualidad o señal?, supongo que Emilia quiso decirle adiós a su pequeña antes de seguir su camino.

Estas son las fotos de la gata al llegar a casa de Arantxa

 



Mucho miedo, demasiado.

Es muy importante que comencemos a concienciarnos de que nuestros animales son nuestra responsabilidad y que tenemos que dejarles blindados ante cualquier eventualidad que nos depare la vida.

Cómo es posible que esta señora, que tuvo haberes, de haber sabido cual sería el destino de sus gaticos no los hubiera dejado blindados con una donación/adopción o con referencia expresa a ellos en un testamento. 
Se me ocurren mil maneras. 
Confiar en otras personas lo que nos duele a nosotros está claro que no siempre sale bien.

Gracias a Amira por dar la voz de alarma, gracias a María José Fajardo por responder implicándose como siempre a nuestra petición de ayuda, gracias a Amparo por permitirnos buscarla y cogerla para traerla con nosotras, gracias a Arantxa y a su familia por la generosidad que están demostrando haciendo de casa de acogida un caso tras otro, gracias a todos los que apoyándonos de una manera u otra permitís que Cuatro gatos exista y estos “milagros” tengan lugar.

Ana Rama.

Estábamos a la espera de recibir de Mª José Fajardo un relato, una reflexión para adjuntar al artículo, y lo que nos ha enviado es algo tan bonito como ésto:

Hola Ana, 

He leído el artículo y no se me ocurre mucho más que añadir a lo que muy bien a añadido arancha y tu. Por mi parte la sensación de tenernos es un aprendizaje diario. Estoy feliz de poder ayudarles pero por otro lado frustada por su estado. Tan asustados, deprimidos y doloridos. Que grande es el dolor de la perdida, tan grande como un acantilado sin fin. Hoy hemos estado en el veterinario y sus analíticas son perfectas. Pero los veterinarios no pueden curar el dolor de alma, la ausencia y el abandono. Si en humanos cuando perdemos a un ser querido entramos en un trance de depresión, por que no ellos también? Porque los vemos como animales? Estos ángeles me están demostrando que el alma habita en cada pequeño ser de este planeta ya tenga 4 o 2 patas. Intento pasar el maximo de tiempo con ellos, delante del ordenador o incluso les leo para que sienta mi voz como amiga. Permite que os deje este pequeño poema que me ha enviado mi amigo Otto Cazares, pintor mexicano en relación a este caso. Se llama Un gato en un piso vacio de la poeta polaca Wislawa Szymborska 

Un gato en un piso vacío

Morir, eso no se le hace a un gato.
Porque ¿qué puede hacer un gato
en un piso vacío?
Trepar por las paredes.
Restregarse entre los muebles.
Parece que nada ha cambiado
y, sin embargo, ha cambiado.
Que nada se ha movido,
pero está descolocado.
Y por la noche la lámpara ya no se enciende.

Se oyen pasos en la escalera,
pero no son ésos.
La mano que pone el pescado en el plato
tampoco es aquella que lo ponía.

Hay algo aquí que no empieza
a la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre
como debería.
Aquí había alguien que estaba y estaba,
que de repente se fue
e insistentemente no está.

Se ha buscado en todos los armarios.
Se ha recorrido la estantería.
Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado.
Incluso se ha roto la prohibición
y se han desparramado los papeles.
Qué más se puede hacer.
Dormir y esperar.

Ya verá cuando regrese,
ya verá cuando aparezca.
Se va a enterar
de que eso no se le puede hacer a un gato.
Irá hacia él
como si no quisiera,
despacito,
con las patas muy ofendidas.
Y nada de saltos ni maullidos al principio.

Un abrazo y gracias por todo. 


Gracias a ti siempre, sin tu ayuda y tu generosidad al hacerte cargo de dos de los gatos hubiera sido mas complicado el rescate.
Ana


No hay comentarios:

Publicar un comentario