Esta es la historia de Misi, contada en primera persona.

MISI: LA HISTORIA DE UNA GATA

Mi nombre es Misi, y soy una gatita de 1 año y 6 meses.
Mi historia comienza un día en el que fui a parar a un restaurante, ya que allí iban todos mis hermanos a que les dieran comida. Yo era muy pequeña, sólo tenía un mes, pero estaba muy enferma y muy delgada, sólo pesaba 400 gramos, por eso mi mamá me rechazó.
Los dueños de ese bar me vieron y decidieron llevarme al médico de los animales para saber que tenía yo. Me llevaron a su casa, me dieron un bañito de agua caliente (aunque eso no me gusto), me quitaron todas las pulgas que tenía, me dieron comida y me llevaron al veterinario.
Éste les dijo que yo tenía un virus que podía matarme y, entonces, decidieron llevarme a su casa para tenerme de acogida hasta que me recuperara.
Allí vivía también Mina, una gata de poco menos de un año, pero al principio casi no la vi, porque podía pegarle mi virus y que ella también enfermara.
Yo siempre estaba en la habitación de mi ama Arantxa. Ella me daba muchos mimos y muchos besos, y entre ella y mi amo Toni, me dieron la medicación que necesitaba.

Al fin me curé y llego el momento de que nos presentaran a mi y a Mina. Ella, al principio no me aceptó pero, unos días después, ¡nos hicimos inseparables!






Yo crecí mucho, y me volví una gata muy guapa y muy buena. Mi ama Arantxa se convirtió en mi nueva mamá. Ella me adora y desde que llegue a casa, nunca se ha separado de mi. Y por supuesto, ¡¡deje de ser acogida y me adoptaron!!

Mina y yo siempre estábamos juntas, mi ama Santa (la mamá de todos) nos dejaba salir a la calle, y un día yo regresé a casa, pero Mina no.
Todos mis amos la buscaron incansablemente durante mucho tiempo, pero nunca apareció, y yo estaba muy triste, todo el mundo se dio cuenta de que yo no era la misma.


Desde entonces, mis amos no me dejan salir a la calle. Pero yo lo prefiero, porque a mi también me da miedo salir desde que pasó eso.
Al cabo de un tiempo, y para que yo no estuviera sola, mis amos me trajeron una nueva amiguita, Nube. Ella era un bebé de sólo 1 semana o dos. La encontraron en una cajita de zapatos a ella y a sus hermanos, y de allí sólo sobrevivieron Nube y un hermanito macho.
Al principio, Nube me daba un poco de miedo y no me quería acercar mucho a ella. Debe ser porque la veía muy pequeña, no se... algo raro me parecía ese animal que decían que era como yo, pero en realidad parecía un ratoncito. Además, no comía lo mismo que yo, ¡tomaba biberón!
Pero cuando pasaron unos días, me convertí en su mamá, y la lamía mucho para que se sintiera a gusto.


Y mirad que guapa se puso Nube cuando pasaron las semanas...

Ahora, Nube y yo, siempre estamos juntas y nadie, NUNCA, nos va a separar.
Nos damos mucho cariño todo el tiempo y yo la quiero mucho, ¡hasta la dejo dormir en mi camita rosa siempre que quiera!







Nos adoramos y siempre hacemos todo juntas... incluso acechar a los intrusos.


Aunque, a veces, Nube es un poco pesada y no me deja descansar ni estar tranquila... pero a mi no me importa, yo se lo permito todo.


Todo en casa era perfecto, yo era la reina y Nube la princesa. Pero un buen día, mi mamá Arantxa, decidió traer a casa a Susi, una gatita más grande que yo, tanto de edad (tiene casi dos años) como de tamaño, era solo para acogerla por un tiempo hasta encontrarle una familia, pero eso no me gustó mucho.

He de reconocer que Susi es muy cariñosa y muy simpática, pero no sé que me pasa cuando la veo, que me pongo muy nerviosa y empiezo a gritar. Incluso, en algunas ocasiones, la he agredido.



Yo os prometo que soy muy buena, pero yo quiero seguir siendo la reina de MI CASA, ¡y que nadie me quite ese lugar! Y aunque todos mis amos me dicen que yo seguiré siendo la reina, yo no me fío mucho.
Nube si se lleva bien con ella, hasta la ha defendido cuando yo la he atacado, pero lo siento, yo no puedo...

Muy pronto Susi se va de casa porque ya tiene donde vivir definitivamente, pero mi mamá Arantxa ya me ha dicho que seguirán viniendo amigos a casa para que no estén en la calle. Bueno... veremos que tal me porto, ¿no?.

También quiero contar que, otro día, mi mamá trajo a casa a Pancho después de que lo esterilizaran. Pero eso fue muy poquito tiempo, sólo una noche y una mañana.


Resulta que Pancho es mi hermano, hijo de mi mamá gata, y vive en la calle. Él siempre va a comer al bar de mis amos y, un día, mi mamá Arantxa lo cogió para esterilizarlo y no quiso soltarlo hasta que se recuperará bien.
Yo no me acuerdo de él, porque era muy pequeñita cuando me sacaron de ahí, pero mi mamá me ha dicho que es mi hermano y yo la creo.
Es guapo, ¿verdad?.
Él ya volvió a su lugar, ya que siempre ha vivido en la calle y es donde debe estar. Aunque no es nada salvaje y se deja sobar por todos los que le dan de comer en el bar.

Ahora ha venido a MI CASA otra gatita que se llama Nikita. Es muy pequeña, sólo tiene 3 ó 4 meses, y a ella sólo le gruño un poquito para marcar el territorio y que ella sepa que la que manda aquí soy yo.


La huelo mucho para conocerla, pero todavía no me acerco mucho a ella... Poco a poco me iré convirtiendo en su amiguita para que se sienta a gusto en casa conmigo y con Nube.


De momento, ésta es mi historia muy pero que muy resumida. Yo soy una gatita muy feliz y, aunque no me guste mucho la idea de que mi mamá siga trayendo gatitos que yo no conozco a casa, sé muy bien que lo hace por ayudarlos y porque tengan una vida mejor antes de irse a su casa definitiva.

Y, en cuanto a mí, os prometo que trataré de acostumbrarme a que vengan esos gatitos, pero necesito que me deis tiempo, ¿vale?.
Un besito gatuno para todos los que habéis leído la historia de mi vida. Ya os seguiré contando cómo llevo ésto de las acogidas.
Un abrazo mío y de Nube, y ¡MIAUUUU!



Arantxa Díaz
(Enero 2013)

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