Copito - ADOPTADA


COPITO

La noche que la conocí era un bebé aún y estaba preñada.
Esas cosas en la calle pasan.
Íbamos a llevar animales a esterilizar al Refugio y se trataba de llevar hembras que son las que peor lo pasan deshaciéndose un parto tras otro.
Ella pertenecía a la colonia que vive entre Cuatro Santos y el Teatro Romano.
Allí lo que tenemos curiosamente es un cuidador. Ellos en estas labores son los menos.
Aquella colonia, la del Teatro, tiene muy mala suerte, pq teniendo todos los vecinos animales en casa son poco caritativos con los que han venido al mundo sin nada.
La idea era llevarnos una gatita rusa que son fáciles de colocar en Europa,
ya véis aquí en la calle, y se dan tortas por ellos en otros lugares.
Copito era muy buena y fue la única gata que cogimos en aquella ocasión de allí.
Le tocó como a todos pasar la noche conmigo, ir al día siguiente a Los Belones y volverse a casa a pasar la anestesia.
Cuando la miré a los ojos lo supe.
Supe que no podía devolver a un animal tan bueno a las calles.
No a las calles de Cartagena al menos, donde la conciencia sobre la vida de los animales urbanos deja tanto que desear.
Negra, hembra, callejera y buena.
No podía ser.
Así que se quedó en casa.
La primera vez que noté que sacaba la lengua dormía y me pareció algo muy tierno, mas tarde me dí cuenta de que tras perder las piezas de leche no tenía dientes, la malnutrición por supuesto.
El pelo que en un principio delataba su procedencia en poco tiempo comenzó a espesar y a brillar.
Su sitio desde el primer momento fue la encimera y a la noche la cabecera de mi cama.
Durante este tiempo que hemos compartido he cuidado de ella y ella ha cuidado de mí.
El domingo vino al Mercadillo con nosotros y todo el mundo tuvo algo que ver con ella,
era tan triste ver a los niños alucinando pq tenían frente a sí un gato.
Que pena de criaturas de ciudad¡¡¡.
La acariciaron pequeños y mayores y por todos se dejó hacer.
El primer día, preguntaron por ella y ya ha sido adoptada.
Le han respetado el nombre, seguirá siendo Copito.
Ya  me ha buscado sustituto y guarda el sueño de su nuevo compañero de viaje.
Y yo, entre sonrisas y lágrimas, sigo buscando casas para el resto.


Ana

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